Curiosamente, las típicas frutas de invierno son ricas en vitamina C, una vitamina cuyo aporte se relaciona con una protección frente a los resfriados, algo típicamente invernal. Según los estudios realizados, una vez que aparecen los típicos síntomas del resfriado, tomar o no más vitamina C no representa ningún beneficio. Sin embargo, un aporte previo apropiado, incluso superando de manera controlada las cantidades diarias recomendadas, se ha relacionado con una disminución de hasta un 15% en la duración del proceso infeccioso en los niños.
Además, son todas frutas con un contenido en agua relativamente alto. Parece demostrado que, dado que la temperatura es baja en el invierno, los niños tienden a beber menos agua de la que necesitan, ya que el propio cuerpo no muestra señales tan evidentes como lo hace en verano. Todas las frutas mencionadas suponen una manera estupenda, sana y muy dulce, de mantener a los más pequeñoshidratados.
Las frutas de invierno aportan también una buena cantidad de fibra, indispensable para el buen funcionamiento del tracto gastrointestinal. Aunque desde el punto de vista nutricional la fibra no es un nutriente -ya que no participa de manera directa en procesos metabólicos del organismo-, si desempeña funciones fisiológicas de gran importancia, por lo que su aporte es más que recomendable.
Sin embargo, el aporte de fibra es uno de los más problemáticos en la dieta infantil, generalmente pobre en alimentos que la contengan. Incluir frutas de invierno, con el kiwi a la cabeza, puede facilitar este aporte. Quizás el kiwi no sea del agrado de los pequeños, pero la variedad es mucha. Las fresas suelen ser muy bien aceptadas (una fruta de finales de febrero a mayo), y un zumo de naranja, solo de manera ocasional y con toda su pulpa, también supone un excelente aporte de fibra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario